miércoles, 8 de mayo de 2013

Rastros autobiográficos de Wells en su novela Kipps

HG Wells escribió varias novelas con unos pasajes que reflejan, en mayor o menor grado, parte de su biografía. Kipps es una de ellas. Traduzco algunos párrafos a  mi manera del original en inglés de Project Gutenberg.

§2 (p. 7)
 
"La Academia Cavendish," la escuela que había conseguido dentro de sus limitadas opciones la desvanecida madre de Kipps, se estableció en una casa privada deteriorada en la parte de Hastings más alejada del mar; se llamaba la Academia para los Jóvenes Caballeros, y muchos de esos jóvenes caballeros tenían a sus padres en la "India" y en otros lugares no verificables. Otros eran hijos de viudas crédulas, ansiosas, tal como lo había sido la madre de Kipps, para obtener algo superior a una "escuela pública" pero tan barato como fuera posible; y otros eran enviados allí para demostrar la dignidad de sus padres y de sus guardianes. Y, por supuesto, también había chicos venidos de Francia. [Lo de padres en la "India" parece insinuar que sus progenitores se dedicaban a actividades no muy bien vistas socialmente].

Su "director" era un ser enjuto de largas y pesadas indigestiones y temperamento, que se proclamó a sí mismo como Geoge Woodrow F. S. Sc., en una placa dorada colocada en la fachada principal que daba al jardín, lo que indicaba que había pagado una cierta cantidad de guineas por un diploma falso. El único aula de la escuela estaba enclavada en un deprimente cobertizo en el exterior de la casa, y la calidad académica de sus pupitres arañados y desgastados estaba realzada por una pizarra resbaladiza y dos grandes mapas anticuados y amarillos, uno de África y otro de Wiltshire. que el dueño había adquirido por ser baratos en un remate. Había otros mapas en su estudio, donde recibía a los inqusitivos padres, pero sus pupilos nunca los veían. En el pasillo, en un armario de cristal, habían varios tubos de ensayo de a chelín, una retorta de cristal y un mechero de Bunsen estropeado, manifestando que aquello era el "laboratorio científico" mencionado en el folleto, lo cual no era más que una fanfarronería.

p. 8 Este folleto, que se encontraba escrito en un inglés solemne pero incorrecto, ponía el énfasis en la preparación sólida para una carrera comercial en la Academia, pero que además contenía una frase ambigua que daba a entender que también servía para el ejército, la armada y el servicio civil. Había algo vago en el folleto sobre "éxitos examicionales," --aunque Woodrow, por supuesto, no aprobaba "la leva militar," y una declaración de que el plan de estudios incluía "arte", "lenguas modernas extranjeras" y "una formación técnica y científica." El folleto insistía luego en el "bienestar moral" de los alumnos y un alarde enfático en la "enseñanza de la religión, tan a menudo descuidado hoy en día incluso en las escuelas de gran prestigio." "Tengo que ir a buscarlos," había comentado Mr. Woodrow cuando fue a buscar los folletos.Y fue a buscarlos con los birretes puestos. Los folletos también hablaban del maternal cuidado de la señora Woodrow, en realidad una pequeña mujer parcialmente desdibujada, con una cara lastimera y una mente siempre pendiente de la cocina y que se comportaba discretamente. Y el prospecto concluye con una frase intencionalmente vaga: "Tarifa sin restricciones y nuestra propia leche y productos."

Los recuerdos que Kipps guardó de esa escuela en su vida posterior eran de un clima de estrechez y de confusión mental, e incluía innumerables horas de permanecer sentado en chirriantes pupitres, aburrido y ocioso, de lamer y saborear las manchas de tinta, de leer libros rotos con tapas mordidas en el borde, de la superficie viscosa de las pizarras, de jugadas furtivas a las canicas, contar historias entre susurros, pellizcos, golpes, y un millar de pequeñas molestias "transmitidas" perpetuamente de acuerdo a la costumbre del lugar, de ser obligado a permanecer de pie en la clase, de ser golpeado de repente y sin razón por un imaginario mal comportamiento. Recordaba también los días malos del señor Woodrow, cuando una injusticia apenas justificada prevalecía, de la vacuidad fría de la hora de preparación antes del desayuno de pan y mantequilla, de los horribles dolores de cabeza y las extrañas indisposiciones ocasionadas por la cocina de la señora Woodrow, más maternal que cocinera inteligente. También recordaba los paseos tristes, con los chicos marchando en parejas de a dos con las gorras birretes que tanto impresionaban a las madres viudas. También recordaba las meias festividades tristes durante los días lluviosos donde reinaba el espíritu del mal genio y la imaginación malévola propias de los chicos reprimidos. Habían peleas injustas y deshonrosas y, derrotas y victorias miserables, acosadores y acosados escolares. Kipps acosaba especialmente a un niño cobarde, particularmente afligido, hasta que por fin se inclinó por la rebelión a causa de la incesante persecución,  hirió a Kipps practicando el boxeo. También recordaba dormir tres en una cama, del denso olor a cuero gastado de la escuela cunado volvían allá después de un recreo de diez minutos en el lodoso patio en los que, a menudo, había incidentes con piedras afiladas. Y también recordaba el lenguaje soez a espaldas del director.
"El domingo es el día más feliz," era una de las expresiones más recurridas por el señor Woodrow con los padres más quisquillosos, pero Kipps no tenía evidencia de ellos. Para él eran terribles períodos de inacción -sin trabajar, sin jugar, una monótona expansión del tiempo sin significado alguno durante el cual tenía que acudir dos veces a la iglesia.La tarde estaba dedicada a los juegos, entre los que destacaba aplicar torturas alos chicos menos agradables y más débiles. De la diferencia entre los domingos y los demás días laborales Kipps derivó su primera concepción definitiva de la naturaleza de Dios y el infierno. Su instinto le llevó a evitar a cualquier comocido tanto tiempo como pudo.
p. 9 El trabajo de la escuela variaba en función del estado de ánimo del señor Woodrow. 

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